Introducción
¿Cuál es el interés de una persona cuando adquiere algún artículo?, ¿Qué significa comprarse un carro del año?, ¿Las grandes corporaciones han convertido el planeta en un gran Mall? Autores como Fromm y Baudrillard estudian las sociedades de consumo y su efecto en los comportamientos humanos, los autores hacen un análisis de las sociedades de consumo; que en el caso de la perspectiva psicoanalítica de Fromm, es una sociedad enferma y en el caso de la visión sociológica de Baudrillard es sociedad simbólica de consumo; ambos textos se vinculan de una manera asombrosa.
La moda como Espectáculo
Para Baudrillard, el tema principal es el consumo como signo, es decir, en las sociedades modernas de consumo, lo que importa es el simulacro, las personas compran un producto para mostrarse ante los/as demás. Las marcas de moda, el carro del año, las vacaciones en ciertos hoteles, etc., más que productos de consumo que enriquecen a algunas pocas corporaciones, se aprecian como un signo que brinda una identidad y el sentimiento de estar integrado/a a la sociedad.
Las sociedades de simulacro, como la nuestra, donde las personas se valoran por sus pertenencias, la ropa que usa, el celular que tiene, son sociedades donde lo importante es la apariencia, lo que usted pueda ostentar con el dinero o con las tarjetas de crédito. Es un espectáculo al que todas las personas están invitadas y se crea la ilusión de que hay igualdad.
Hay teorías económicas (como la del derrame) que sostienen que el crecimiento económico hace la tarea de la distribución porque llegará un momento en que habrá dinero para todo el mundo. Sin embargo, en el texto de Baudrillard, la dinámica económica se estudia desde el punto de vista sociológico; que es la perspectiva de la penuria estructural y el desequilibrio, es decir, el sistema sólo se sostiene produciendo riqueza y pobreza, produciendo tanta insatisfacciones como satisfacciones.
Otro punto importante de la sociedad de consumo, es que la publicidad bombardea constantemente a los/as consumidores/as con gran cantidad de anuncios para todo tipo de necesidades y mas que todo para cosas superfluas. Esto crea la ilusión de que todas las personas somos iguales y que se puede consumir igual que cualquier persona de cualquier clase social, lo que importa es que tenga el dinero para comprar lo que usted quiera. Se crea el mito de que hay igualdad, cuando lo que ocurre es la exclusión de las personas que no tienen los recursos y a la vez la ilusión de poder comprar objetos “parecidos” a los originales o genéricos, esto es la cultura del simulacro.
El espectáculo del simulacro consiste en que las compañías producen marcas y productos estratificadamente, de manera que todas las personas de diferentes clases sociales puedan acceder a un artículo “similar” al de la marca de moda. Por ejemplo el hecho de tener un celular, determina quien esta integrado/a y quien no. Se hace creer que el problema de conseguir un celular de último modelo o uno más barato es una cuestión que depende del individuo, debilitando la crítica hacia el funcionamiento del mercado y creando sociedades falsas e individualistas.
Cuando las personas no tienen dinero para consumir al ritmo de tambor que exigen las compañías y las elites, entonces se le impone al consumidor/a las tarjetas de crédito, los prestamos y las personas comienzan a endeudarse, con el fin de satisfacer ese consumo compulsivo; sin reconocer que esta hipotecando su vida. Como lo menciona el autor:
“El consumo es una conducta activa y colectiva, es una obligación, es una moral, es una institución. Es todo un sistema de valores, con lo que dicho término implica como la función de integración del grupo y de control social.” (Baudrillard, 1974: 119).
El mito de la felicidades promovido por la publicidad de los medios masivos de comunicación, los cuales desinforman y mantienen a la población en expectativa de las nuevas tendencias de la moda, los chismes del espectáculo, entre otros, pero censuran las expresiones críticas de las personas que piensan de forma diferente.
Cada empresa ofrece sus productos, hace fusiones con otras empresas, hace negociaciones, etc., pero los consumidores/as no están organizados/as, entonces las empresas siguen sus interés y ponen las reglas del juego. Las sociedades enajenadas se van alejando de la posibilidad de criticar, cuestionar y tomar sus propias decisiones; no solamente elegir entre las opciones que ofrece el mercado, sino tomar posición como ser humano/a y participar de las decisiones de su vida y de los que le rodean.
El mito de la felicidad es el que recoge y encarna en las sociedades modernas el mito de la Igualdad. En primer lugar, en las sociedades capitalistas la felicidad es mesurable y tiene una significación y una función ideológica. La felicidad se mide por medio de signos de confort y bienestar. En palabras de Baudrillard:
“La felicidad, inscrita en letras de fuego detrás de la más mínima publicidad sobre las islas Canarias o las sales para el baño, es la referencia absoluta de la sociedad de consumo: es justamente el equivalente de la salvación”. (Baudrillard, 1974: 79).
De cual felicidad se habla cuando se observan nuevos tipos de segregaciones, entre personas que pueden tener derecho al aire puro, espacios amplios, silencio y todo esto a costa del hacinamiento y exclusión de la mayoría de las personas. Llama la atención el tema de los derechos, según Baudrillard, pues cuando ya no hay aire puro para todo el mundo, entonces se comienzan a hacer simposios, conferencias mundiales y leyes sobre los derechos al aire puro. Es una locura!
Otro mito en las sociedades contemporáneas, es que la pobreza es “culpa” de cada individuo y su incapacidad para ser competitivo/a y muchas veces las personas lo creen y lo aplican en su vida. Sin embargo, el crecimiento económico, la división del trabajo, la privatización de los recursos y las imposiciones de los países “desarrollados” sobre los “subyugados” son las causas estructurales, que tienen su arraigo en las relaciones de poder en las sociedades contemporáneas.
La moda como enajenación.
Erich Fromm intenta rastrear lo cambios en el carácter del hombre y la mujer producidos por las transformaciones radicales en la técnica industrial, la economía y la estructura social, es decir, cambios en las forma de la explotación de la naturaleza, la forma de la autoridad y el papel de la propiedad.
La intención es una crítica del presente en nombre de un pasado que está desapareciendo rápidamente. Esto es ante todo el proceso de constitución de sujetos alienados del capitalismo tardío a favor de la técnica.
“El proceso se caracteriza por la creciente sustitución del trabajo manual por el trabajo mecánico, y además por la sustitución de la inteligencia humana por la inteligencia de las máquinas” (Fromm, 1976:91)
Se diseñan máquinas sencillas para que todos/as las podamos usar. Entonces se reduce la dificultad y la resistencia y se crean condiciones para que las personas no sean críticas, lo cual genera condiciones laborales para cada nuevo paquete tecnológico. Por una parte los trabajadores genéricos imposibilitados para realizar ciertas actividades son excluidos y por otra parte los trabajadores autoprogramables con un enriquecimiento de las labores y de su subjetividad. La resistencia y la dificultad son fuentes importantes de estimulación mental. Esto genera infelicidad y apatía en el trabajador, todo en detrimento de su subjetividad (autoestima).
Pero, más importante es la creciente concentración del capital en manos privadas y colectivas como lo son las corporaciones ó Sociedades Anónimas. Éstas concentran poder económico y político, son más anónimas al manipular más cosas, personas y símbolos que formalizados en términos de costos y ganancias adquieren formalmente igualdad para la toma de decisiones y resguardan a las directrices de responsabilidades por sus actos.
La matriz de acumulación capitalista tardía cuya producción se dirige a una masa de consumidores, se alienta el consumo-compulsivo impuesto.
“Todo el mundo es incitado a comprar todo lo que puede aún antes de haber ahorrado lo suficiente para pagar sus compras. La publicidad y todo los demás medios de presión psicológica estimulan poderosamente la necesidad de un consumo mayor. Este proceso va de la mano con la mejora en la situación económica y social de la clase trabajadora” (Fromm, 1976:95)
El modelo capitalista se basa en la acumulación de capital por parte de los dueños de los medios de producción y la necesidad de vender la fuerza de trabajo para el resto de la sociedad, con el salario que se ganan se ven en la necesidad de consumir alocadamente diferentes productos que brindan estatus y posición dentro del círculo de relaciones.
La vida social capitalista se funda en “el milagro de la producción” que lleva de sí los signos de su éxito en el milagro del consumo: “Todo está al alcance de todos, todo puede comparse, todo puede consumirse” (Fromm, 1976: 96). Esto es, el mercado y lógica de acumulación se convierte en el horizonte ético de lo humano. Cada quien participa en el mercado de forma “libre”. En palabras de Fromm:
“Necesita hombres que cooperen sin razonamientos en grandes grupos, que deseen consumir cada vez más, y cuyos gustos estén estandarizados y fácilmente puedan ser influidos y previstos” (Fromm, 1976: 96)
Esto lo vemos diariamente en los anuncios de televisión y los estudios de mercado que permiten identificar la población que va a ser seducida por este producto. La reacción de las personas ante un cartel de Oferta (compran lo que no necesitan solo porque esta barato).
El capitalismo tardío es un modelo de acumulación de capital y además ha transformado la subjetividad de los individuos, los sujetos nos sentimos libres e independientes, no sometidos a ninguna autoridad, conciencia, principio, cuando en realidad nuestra alienación ha sido socializada desde nuestro mismo nacimiento y por ende, en la vida cotidiana no podemos entender cuales son los sutiles mecanismos que controlan nuestras vidas, a esto se refiere el concepto de alineación.
Para concluir el texto Fromm se pregunta: ¿Cuál es el efecto de la enajenación en la salud mental? La respuesta que ofrece el autor es que la modernidad se instaura como un mecanismo de control de aquello que perturban al sistema. Todo aquel que ose traspasar los límites determinados para su condición es reprimido y catalogado como patológico y peligroso. Aquello, que no sobrepasan los límites deben enfrentar el aislamiento y la depresión: “la incapacidad para sentir, es la sensación de estar muerto, aunque esté vivo nuestro cuerpo” (Fromm, 1976:170).
Conclusiones
El proceso de enajenación es tan grave, que las personas son también objetos de consumo, en las relaciones amorosas, las personas escogen su pareja de acuerdo a su forma de vestir, las marcas que usa, el carro que tiene, etc., también en el ámbito laboral, las personas venden su fuerza de trabajo inclusive 24 horas al día. La posibilidad para organizarse y cuestionar esta forma de vida, se dificulta más porque hay una gran desinformación por parte de los medios de comunicación. Además, para que se de una transformación del sistema, se tienen que curar a la sociedad enferma con una dosis de realismo para despertar de la enajenación.
Bibliografía
Baudrillard, Jean. La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras. Ed. Plaza y Janés, Barcelona, 1974.
Fromm, Erich. Capítulo V: “El hombre en la sociedad capitalista”, Apartado C. “La sociedad del siglo XX” En: Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. México: Fondo de Cultura Económica, 1976. Págs. 90-175
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