viernes, 15 de mayo de 2009

Cuento: Murió

Murió

Míralo allí frío y etusto, congelado como una monja en su sexualidad negada. Solipsista de su ausencia sin mas espectador que nosotros.

    • ¿De qué hablas? ¿Estas borracho?

    • De aquella escultura en Teor/ética, en el salón tres. Un libro de mármol, recordá

    • ¡Seas mamón! Si era una escultura. Según vos ¿quién se murió?

    • No entendés, ¿verdad? Vos con toda tu cultura no ves lo que pasa. Ese libro allí enmarmolado esta muerto, el artista lo mató. Igual que ese maldito de Habacuc, el exterminador de perros. Ahora ellos hacen eso, son terroristas, matan por placer estético y a eso le llaman arte. Torturan la obra y la exponen para el escándalo. Se hacen de un nombre a partir de la muerte. Juegan a los pequeños dioses. Se llenan las manos de la sangre de sus obras. Antropofagia artística. Pare ellos, nada es sagrado. Todo es permitido. Si puediése yo...

    • No seas intolerante. Tenés que sobreponerte y entender que el arte re-presenta, aquello, que nos acosa en la cotidianidad. En ese movimiento, nos devela nuestra monstruisidad y de lo ominoso surge el shock que salta como un tigre para asaltar nuestra comodidad. Nuestro analfabetismo emosional. La bulimia a la que nos sometemos todos los días ante el gore mediático y la pornografía informativa. Maes como Habacuc, sólo son más avisados y como un medium hacen irrumpir en nuestra vida gris el verde la vida, son chamánicos de la areté, que usan su buen oficio con el fin de iluminarnos profanamente. Un momento ¿que es eso?

    • ¡Hijueputa!

Allí nació otro artista.

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Javier Torres Vindas

15 mayo 2009

viernes, 8 de mayo de 2009

Contra el fatalismo económico

por Pierre Bourdieu (1997)

Artículo publicado en RADAR libros, suplemento cultural del diario argentino Pagina/12.

El 22 de noviembre de 1997, Pierre Bourdieu recibió el Premio Ernst Bloch, concedido por el Instituto Ernst Bloch de la ciudad alemana de Ludwigshafen. La versión íntegra de su discurso de agradecimiento fue publicada en la revista New Left Review 227 (enero/febrero de 1998). A continuación se reproducen algunos tramos traducidos del inglés por Clara Inés Restrespo.

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Mis más calidos agradecimientos para la ciudad de Ludwinshafen, su alcalde el señor Wolfgang Schulte y al Instituto Ernst Bloch, por el honor que se me ha concedido y asocia mi nombre con el de uno de los filósofos que más admiro. Mis agradecimientos también a para Ulrich Beek por el generoso discurso que acaba de pronunciar. No puedo dejar de pensar, cuando se me honra de semejante manera y se me eleva al nivel de gran defensor de la idea utópica -en estos días tan descreída, desechada y ridiculizada, en nombre del realismo económico- que, estoy siendo autorizado o más precisamente urgido a intentar definir cuál tiene que ser y debe ser el papel del intelectual, en relación con la utopía en general y la utopía europea en particular.

REVOLUCIÓN CONSERVADORA

Debemos reconocer que estamos actualmente en un período de restauración neo-conservadora. Pero esta revolución conservadora asume una forma sin precedentes: no hay, como en tiempos anteriores ningún intento de invocar a un pasado idealizado mediante la exaltación de la tierra, la sangre, y los temas de las antiguas mitologías rurales. Es un nuevo tipo de revolución conservadora que, para justificar su restauración reclama una relación con el progreso, la razón y la ciencia -la economía, en verdad- y, a partir de esto, intenta relegar el pensamiento y la acción progresista a un status arcaico. Se erige como patrón de normas para todas las prácticas, y por tanto como norma ideal, el orden del mundo económico librado a su propia lógica: la ley del mercado, la ley del más fuerte. Ratifica y jerarquiza la norma de los llamados mercados financieros, el retorno a un tipo de capitalismo sin tapujos, desenfrenado, que ha sido llevado hasta el límite de su eficiencia económica por medio de las formas modernas de conducción (¨management¨) y las técnicas manipuladoras como la investigación de mercado y la propaganda.

Galileo dijo que el mundo natural está escrito en lenguaje matemático. Actualmente, los tecnócratas tratan de convencernos de que el mundo social está escrito en lenguaje económico. Mediante el arma de las matemáticas -y también el poder de los medios-, el neoliberalismo se ha transformado en la forma suprema de contraataque conservador, apareciendo durante los últimos treinta años bajo la denominación de “el fin de la ideología”, o más recientemente, “el fin de la historia”.

FATALISMO ECONOMICISTA

Lo que se nos presenta como un horizonte imposible de superar por el pensamiento -el fin de las utopías críticas- es nada más que un fatalismo economicista, que puede criticar en los términos empleados por Ernst Bloch en El espíritu de la utopía, cuando censuraba el economicismo y el fatalismo que pueden encontrarse en el marxismo.

La fetichización de las fuerzas productivas y el fatalismo resultante se encuentran hoy, paradójicamente, en los profetas del neoliberalismo y en los sacerdotes de la estabilidad monetaria. El neoliberalismo es una poderosa teoría económica cuya estricta fuerza simbólica, combinada con el efecto de la teoría, redobla a la fuerza las realidades económicas que supuestamente expresa. Sostiene la filosofía espontánea de los administradores de las grandes multinacionales y de los agentes de Fondos de Pensión. Seguida en todo el mundo por políticos nacionales e internacionales, funcionarios oficiales y especialmente por el mundillo de los periodistas tradicionales -todos más o menos igualmente ignorantes de la teoría matemática subyacente- se está transformando en una creencia universal, en un nuevo evangelio ecuménico. De hecho, esta filosofía tiene y reconoce como su único objetivo la permanente creación de riqueza y, más secretamente, su concentración en una minoría privilegiada, y por lo tanto conduce a un combate por cualquier medio, incluso la destrucción del medio ambiente y el sacrificio humano, contra cualquier obstáculo a la maximización de las ganancias.

JUZGAR POR LOS RESULTADOS

La política neoliberal puede ser ahora juzgada por sus resultados, que son claros para todos, a pesar de los esfuerzos para probar por medio de trucos estadísticos y trampas groseras que Estados Unidos y Gran Bretaña han alcanzado el pleno empleo. Por el contrario, hay desempleo masivo. Los trabajos que hay son precarios, la permanente inseguridad resultante afecta a una creciente proporción de la población, aún en las clases medias. Hay una profunda desmoralización ligada al colapso de la solidaridad elemental, especialmente en la familia y todas las consecuencias de este estado de anomia: delincuencia juvenil, crimen, alcoholismo, la reaparición de movimientos políticos de corte fascista. Hay una destrucción gradual de las adquisiciones sociales y cualquier defensa de éstas es denunciada como conservadurismo pasado de moda.

A esto podemos sumar ahora la destrucción de las bases económicas y sociales de las más notables conquistas culturales de la humanidad. La autonomía de la cual gozaban los universos de la producción cultural en relación con el mercado, que había crecido continuamente por medio de las luchas de los escritores, artistas y científicos, está cada vez más amenazada. La dominación del “comercio” y de “lo comercial” en el campo literario aumenta día a día, especialmente por medio de la concentración de la industria de publicidad que está cada vez más sujeta a las restricciones de la ganancia inmediata. Acerca del cine, podemos preguntarnos qué quedará del cine artístico experimental europeo en diez años, a no ser que se haga todo lo posible para proporcionar a los productores de vanguardia los medios de producción, y más importante aún, de distribución.

Todo esto sin mencionar los servicios sociales, condenados a las órdenes directamente interesadas de las burocracias estatales y empresariales, o a ser estrangulados económicamente.

Se me preguntará ¿cual fue el papel de los intelectuales en todo esto? No intentaré hacer un listado -sería muy largo y cruel- de todas las formas de omisión o, peor aun, de colaboración. No necesito mencionar los argumentos de los así llamados filósofos modernistas y posmodernistas que, no satisfechos con enterrarse a sí mismos en juegos escolásticos, se reducen a la defensa verbal de la razón y el dialogo racional o, peor aun, sugieren una versión supuestamente posmoderna, pero realmente radical-chic de la ideología del fin de las ideologías, con toda su condena de las grandes narrativas y una denuncia nihilista de la ciencia.



UTOPISMO RAZONADO

¿Cómo podremos evitar desmoralizarnos en este entorno más o menos desalentador? ¿Cómo devolveremos la vida y la fortaleza social al “utopismo razonado” del cual habla Ernst Bloch refiriéndose a Francis Bacon en El espíritu de la utopía? Para empezar, ¿cómo debemos entender el significado de esta frase? Otorgándole un riguroso significado a la oposición descrita por Marx entre “sociologismo” (la pura y simple sumisión a las leyes sociales) y “utopismo” (el desafío audaz de estas leyes). Ernst Bloch describe al “utópico razonable” como quien actúa en virtud del “pleno conocimiento consciente del curso objetivo”, la posibilidad objetiva y real de su “época”: a quien, en otras palabras, “anticipa psicológicamente una posible realidad”. El utopismo racional se define como opuesto tanto al “pensamiento ilusorio que siempre a traído descrédito a la utopía” como a “las trivialidades filisteas preocupadas esencialmente por los hechos”. Se opone al “derrotismo ultimatista” - la herejía de un automatismo objetivista, según el cual las contradicciones objetivas del mundo serían suficientes en sí mismas para revolucionar el mundo en el cual se dan - y, al mismo tiempo, al “activismo por si mismo”, puro voluntarismo basado en un exceso de optimismo.
Así que contra este “fatalismo de banquero”, que pretende hacernos creer que el mundo no puede ser diferente de lo que es -en otras palabras, totalmente sometido a sus intereses y deseos-, los intelectuales y todos aquéllos preocupados por el bienestar de la humanidad tendrán que restablecer un pensamiento utópico con respaldo científico, tanto en sus metas, que deben ser compatibles con las tendencias objetivas, como en sus medios, que también deben ser científicamente examinados. Necesitan trabajar colectivamente en estudios que puedan impulsar proyectos y acciones adecuados a los procesos objetivos que se intenta transformar.



Para no dar una respuesta general y abstracta a la pregunta de sobre el papel de los intelectuales en la construcción de la utopía europea quisiera decir qué contribución espero hacer personalmente a esta inmensa y urgente tarea. Convencido como estoy de que los mayores vacíos de la construcción europea pueden ubicarse en cuatro áreas principales -el estado social y sus funciones; la unificación de los sindicatos; la armonía y modernización del sistema educativo; la articulación entre la política económica y la política social-, estoy trabajando actualmente, en colaboración con investigadores de diversos países europeos, en la concepción y construcción de las estructuras organizativas esenciales para llevar a cabo la investigación comparativa y complementaria necesaria para aportar al utopismo su carácter razonado, especialmente, por ejemplo, esclareciendo los obstáculos sociales hacia una europeización real de las instituciones tales como Estado, sistema educativo y sindicatos.

Un proyecto especialmente querido por mí se refiere a los efectos sociales y los costos de la política económica. Incluye el intento de encontrar las causas primarias de las diversas formas de la miseria social que aflige a hombres y mujeres de las sociedades europeas, lo que casi siempre nos remite a decisiones económicas. Es una oportunidad para que el sociólogo; a quién corrientemente no se consulta excepto para remendar la vajilla que rompen los economistas, aproveche para recordarnos que la sociología puede y debe jugar un papel inicial en las decisiones políticas que son dejadas en manos de los economistas o dictadas de acuerdo a consideraciones económicas muy limitadas.



A través de una descripción detallada del sufrimiento causado por las políticas neoliberales -en el mismo sentido que en La miseria del mundo (1993)- y por medio de sistemáticas referencias cruzadas entre, por un lado, los índices económicos concernientes a la política social de las empresas (ajustes, métodos administrativos, salarios y demás) y, por otro lado, los índices de tipo más evidentemente social (accidentes industriales, enfermedades ocupacionales, alcoholismo, utilización de drogas, suicidio, delincuencia, crimen, violación y demás), me gustaría plantear la pregunta acerca de los costos sociales de la violencia económica y por lo tanto intentar diseñar las bases de una economía del bienestar que tenga en cuenta todas las cosas que la gente que dirige la economía y los economistas excluyen de los cálculos más o menos imaginarios en cuyo nombre pretenden gobernarnos.

martes, 5 de mayo de 2009

¿Proyecto de ley para la protección de los trabajadores en momentos de crisis?

javier torres

Descripción del proyecto

Siguiendo la consigna dictada por el “capitán del barco” en su “pre-claro” Plan Escudo (del 29 de enero), el día 26 de marzo se presentó ante la Asamblea Legislativa de Costa Rica el Expediente Expediente N.° 17315, denominado, Proyecto de ley. Ley la protección de los trabajadores en momentos de crisis. (Pilar dos de dicho plan)

Dicho documento fue presentado por la/os diputada/os: Óscar López, José Manuel Echandi, Andrea Morales, Luis Antonio Barrantes, Guyon Massey, Evita Arguedas y Lorena Vázquez. Afirmando: “Las y los firmantes nos permitimos acoger para su trámite legislativo el presente proyecto de ley que ha sido presentado por la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada”. (UCCAEP)

El proyecto, afirma ser en beneficio de los trabajadores y su carácter será temporal . El Art. 12, aclara el punto, al definir que estas son “medidas temporales, que no podrá ser mayor a seis meses.  En caso que las condiciones de crisis se mantengan o surjan nuevas situaciones de crisis, el Poder Ejecutivo queda facultado para dictar nuevos decretos”. Temporalidad que reiterada en el Art. 17.

Por su parte, la crisis es definida en el Art. 1 así: “Para efectos de la presente Ley, se entenderá como crisis económica una reducción por tres meses consecutivos del índice mensual de actividad económica”. Índice que es elaborado por el Banco Central.

Luego, las medidas temporales son de cuatro tipos, que son resumidas por Marco Duarte, en su opinión publicada en La Nación, el pasado 24 de abril:

a) Adelantar las vacaciones anuales.

b) Cambiar la actual jornada de trabajo por otra jornada legal.

c) Disminuir hasta en una tercera parte la jornada de trabajo con el pago proporcional del salario por el tiempo laborado.

d) Disminuir, en la proporción que sean embargables, los salarios superiores a ¢1.160.000 mensuales.

Ley que “será de aplicación para todas las relaciones de empleo privado que se rigen por el Código de Trabajo” (Art.2)

De aprobarse la ley y de dictarse el decreto ejecutivo (Art. 11 al 15) para su implementación, dichas medidas serán de potestad exclusiva de los patronos (Art. 4), los cuales deben ser comunicados por escrito al trabajador (Art.19), el cual es su salvaguardia, ante las nuevas medidas laborales impuestas y temporales podrá no suscribir el nuevo contrato (Art. 6). Finalmente, se contempla un contingente de sanciones (Art. 22 al 24).

Posicionamiento

Lo primero que debe llamarnos la atención es la ausencia de tanta pre-claridad y decisión en otras medidas que deben tomarse ante la crisis, como afirma Mario Duarte “Para salir avante de esta crisis mundial, es necesario tomar medidas en la parte laboral, pero no pueden ser las únicas medidas, deben acompañarse de otras para ayudar a las empresas y trabajadores afectados. La parte laboral es una pieza fundamental del rompecabezas que el Gobierno debe armar, pero no es más que eso, una pieza, ¿y las otras?”

Ahora, como hemos descrito, el proyecto tiene muy interesantes pistas de cómo se construye el “escudo” frente a la crisis desde la posición oficialista:

La unilateralidad y autoreferencialidad de sus promotores: El presidente, algunos diputados y la UCCAEP. En ningún momento estos actores han preguntado a otros sectores sociales, tan sólo han gestado el proyecto y ahora piden aprobación. Mucho menos se han consultado a los trabajadores que estén organizados en las maravillosas asociaciones solidaristas. El grueso de los trabajadores del sector privado (a quienes se aplicarán las medidas), no esta organizado. Es decir, ¿qué legitimidad constituye un proyecto de ley que afectará a la población trabajadora (alrededor de un millón de trabajadores) dictado desde tres actores sociales del complejo entramado social de esto que llamamos Costa Rica?

Llama la atención que siguiendo el precepto de justicia social y democracia se presente un proyecto de ley para un ser genérico “el trabajador” y más aún, que el texto reitere que las medidas serán tomadas en su beneficio. Efectivamente, el lenguaje invisibiliza las condiciones particulares de contratación de los y las trabajadores y trabajadoras, jóvenes, semi-profesionales, obreros, etc., así es este tipo de lenguaje legal. Pero es más grave que dicho texto aduzca que será “en beneficio de los trabajadores”, cuya única salvaguardia es no suscribir los contratos. La ley obvia, que de facto, un porcentaje de la población ocupada en Costa Rica no disfruta de las garantías establecidas en el Código de Trabajo. Ahora las que las disfrutan, con esta ley se verán coaccionadas, acorde a las necesidades de sus patronos a renunciar “temporalmente” a esas condiciones y acogerse a las medidas de este proyecto. Paralelamente, no se olvide, se impulsan proyectos de flexibilización laboral y las leyes de implementación acorde a los parámetros del TLC, facilitan este proceso. Retomemos, “el trabajador” tiene, según este proyecto dos salidas: acepta las nuevas condiciones “temporales” o se queda sin empleo. ¿Si el proyecto es en “beneficio de los trabajadores” por qué su única salvaguardia será no suscribir los nuevos contratos?

Además las medidas “temporales” como dijimos son de cuatro tipos y se adoptarían por dos razones. Primero, las empresas ante la crisis han tomado ciertas medidas racionales de control de su liquidez: eliminar gastos superfluos, mejorar procesos de facturación y cobro, y renegociar con sus proveedores mayores plazos para sus pagos. Segundo, deben enfrentar el el costo fijo más alto y sensible de toda organización: los salarios. Para este segundo aspecto, en la actual legislación la salida es el despido. Se obvia, que muchas personas laboran fuera de esos marcos legales. En este sentido, la ley pretende formas de contratación flexible, en especial, la reducción de las jornadas y con ello la disminución del ingreso. ¿Con menos ingreso cómo harán los trabajadores y trabajadoras para consumir? ¿Buscarán segundos empleos, se convertirán en empresarios, acudirán algún tipo de endeudamiento, serán beneficiarios de algún tipo de ayuda compensatoria por parte del gobierno?

Corolario A de las “medidas temporales ante la crisis”. El texto se ampara en la crisis económica internacional que se sabe hace que se desacelere la economía y entre en recesión. Un país como Costa Rica, que se ha insertado en la internacionalización de la economía (véanse los índices de apertura emitidos por OMC) es más vulnerable ante esta crisis de multiples aspectos: financiera, inmobiliaria, petrolera, alimentaria, etc. Es ominoso que se deban tomar medidas para el sector laboral y no se presenten medidas concretas (como estas al menos) en lo referente a lo fiscal, la política monetaria, las carteras crediticias, etc. Más ominoso es que se quieran cargar a la clase trabajadora ente la crisis. Como ha afirmado el director ejecutivo de la OIT, Juan Somavia “Esta crisis mundial de empleos es el asunto político más urgente de nuestros tiempos”. Somavia citó cifras de la OIT según las cuales en 2004 se registró un importante crecimiento económico de 5%, que sin embargo tuvo un efecto desilusionante sobre la creación del empleo, que aumentó solamente 1,7%. "En otras palabras, el producto mundial creció en unos 4 billones (millones de millones) de dólares, sin embargo el número de desempleados bajó en sólo 500.000". Es decir, la lógica del sistema es que en tiempos de bonanza la clase trabajadora recibe algunos beneficios, en las crisis la clase trabajadora debe asumir los costos pues son “el costo fijo más alto y sensible de toda organización”, a pesar, que su accionar produce riqueza y consume masivamente.

Corolario B de las “medidas temporales ante la crisis”. Las crisis son estructurales al sistema capitalista. Cada cierto tiempo los margenes de ganancia decrecen y debe ajustarse la estructura. Lo particular de esta crisis es que es multiniveles y multidimensional, además de estarse gestando en los países “mas desarrollados”, bien, potentes en su ingerencia en la economía mundial y no en las periferias como en las más recientes crisis (asiática, brasileña, mexicana, argentina, etc.). Por otra parte, los estados han tenido mayor capacidad de afrontar la crisis y de inyectar escalofriantes capitales públicos (socializar los costos), a pesar, de que en las épocas de bonanza y borracheras crediticias se han privatizado las ganancias. Finalmente, esta crisis no se origino en 2007-2008, se originó mucho antes. Se generó por un modelo de globalización desequilibrado e injusto, que en los últimos 30 años ha sobre valuado el papel del mercado, devaluado el papel del Estado y menoscabado la dignidad del trabajo y el respeto por el medio ambiente.

Corolario B de las “medidas temporales ante la crisis”. Como vimos, el proyecto asume la crisis mediante el índice de actividad económica (IMAE) emitido por el Banco Central, cuyo criterio es que se considera crisis si dicho índice reporta una reducción sostenida de al menos tres meses. Según ha reportado dicha entidad el IMAE viene en números negativos desde octubre del 2008, a febrero del 2009 reporto -5.1. Es decir, por más de 5 meses el índice es desalentador. A ello debe agregarse el reciente estimado de la CEPAL para la economía costarricense. Según esta entidad el crecimiento de nuestra economía esperado para este 2009 será del -0.5%. Aún menos alentador, el mismo organismo ha afirmado “es mejor prepararse para una crisis prolongada que adoptar medidas insuficientes”. Entonces, las medidas “temporales” tienen un un finiquito poco claro. Pero más grave, es que la ley abre el portillo para la flexibilización laboral amparada en la ley, independiente de las condiciones favorables o adversas en lo económico.

A modo de pregunta.

Como se aprecia, este proyecto de ley amenaza a la sociabilidad fundamental de los y las costarricenses: su gestación es unilateral, abre el portillo a la flexibilización laboral, seudo-protege a la clase trabajadora al obligarle a someterse a las nuevas relaciones de contratación o a prescindir de ellas, se justifica en una lectura sesgada de la crisis, etc.

Querido lector, lectora ¿Cuál es su apreciación? ¿Qué hacer?

El desarrollo. Celso Furtado

"El desarrollo no es sólo un proceso de acumulación y aumento de la productividad macroeconómica, sino principalmente el camino de acceso a formas sociales más aptas para estimular la creatividad humana y responder a las aspiraciones de la colectividad." Celso Furtado