jueves, 20 de noviembre de 2008

Las Transformaciones de Pictor (H. HESSE)

Apenas llegó al paraíso, Pictor se encontró delante de un árbol que era a la vez hombre y mujer. Pictor saludó al árbol con reverencia y preguntó: ¿ Eres tú el árbol de la vida ?. Pero cuando, en vez del árbol, quiso responderle la serpiente; él se volvió y se marchó. Era todo ojos, cada cosa le agradaba muchísimo. Sentía claramente de encontrarse en la patria y en la fuente de la vida.
Y de nuevo vio un árbol, que era a la vez sol y luna. Pictor preguntó: ¿ Eres tú el árbol de la vida ? El sol asintió y sonrió. Las maravillosas flores lo miraron, con una multitud de colores y de luminosas sonrisas, con una multitud de ojos y de rostros. Algunos asentían y reían, otros asentían y no sonreían : en sí mismos se perdían, en sus perfumes se fundían. Una flor cantó la canción del arrorró. Una de las flores tenía unos grandes ojos azules, otra, le recordaba el primer amor. Una tenía el perfume del jardín de la infancia, su dulce perfume resonaba como la voz de la madre. Otra, riendo, alargó hacia él su plegada lengua roja. Él la lamió, tenía un sabor fuerte y selvático, como de resina y miel, pero también como el del beso de una mujer. Entre todas estas flores estaba Pictor, lleno de nostalgia y de una inquieta alegría. Su corazón, como si fuera una campana, latía fuerte, latía tanto; su deseo ardía en lo desconocido. Pictor vio un pájaro de luminosos colores posado sobre la hierba, de todos los colores el hermoso pájaro parecía estar dotado. Al hermoso pájaro de colores él le preguntó:
¿ Dónde está la felicidad ?
" La felicidad ?" dijo el hermoso pájaro y rió con su pico dorado, " la felicidad, amigo, está sobre los montes y en los valles, en las flores y en los cristales" Con estas palabras el pájaro despreocupado apartó sus alas, alargó el cuello, agitó la cola, entreabrió los ojos, rió una última vez, y después se quedó inmóvil sentado en la hierba, entonces: el pájaro era transformado en una flor de colores, las plumas se habían transformado en hojas, las uñas en raíces. En la gloria de los colores, en la danza y en el esplendor, el pájaro se había hecho planta. Píctor miraba esto maravillado.
De pronto, la flor – pájaro comenzó a mover sus hojas y sus pistilos, ya estaba cansado de ser flor, ya no tenía muchas raíces; agitándose un poco, se elevó lentamente y se convirtió en una espléndida mariposa, que se mecía en el aire, sin peso, toda llena de luces y con esplendor en el rostro. Pictor abrió maravillado los ojos de par en par.
Pero la nueva mariposa, la alegre colorida mariposa - flor - pájaro, el luminoso rostro colorado, voló alrededor de Pictor estupefacto. Brillaba el sol, bajó a la tierra levemente como un copo de nieve, se sentó cerca de los pies de Pictor, respiró dulcemente, tembló un poco con sus alas resplandecientes y entonces, se transformó en un cristal colorado, del que emanaba una luz roja. La roja piedra preciosa brillaba mágicamente entre las hierbas y las plantas, como el repique de una campana. Pero su patria, la profundidad de la tierra, parecía llamarla; rápidamente comenzó a volverse pequeña y amenazaba con desaparecer. Entonces Pictor, empujado por un anhelo incontenible, se acercó hacia la piedra que estaba desvaneciéndose y se la quedó para sí. Extasiado, sumergió la mirada en su mágica luz, que parecía irradiarle en el corazón el presentimiento de una inmensa beatitud.
De repente, arrastrándose sobre la rama de un seco árbol, la serpiente le susurró al oído: " La piedra te transforma en aquello que quieres. Rápidamente dile tu deseo, antes que sea demasiado tarde ". Pictor se asustó y temía ver desvanecerse su fortuna. Rápido dijo la palabra y se transformó en un árbol. Ya que más de una vez había deseado ser árbol, porque los árboles se le aparecían como llenos de paz, de fuerza y de dignidad.
Pictor se transformó en árbol. Penetró con las raíces en la tierra, se elevó hacia lo alto, hojas y ramas germinaron de sus miembros. Estaba tan contento. Con las fibras asentadas succionó en la fresca profundidad de la tierra y con sus hojas aventó alto en el Azul. Habitaban insectos en su corteza, sobre sus pies vivían el puercoespín y el conejo, entre sus ramas los pájaros. El árbol Pictor estaba feliz y no contaba los años que pasaban. Pasaron muchos años antes que advirtiera que su felicidad no era perfecta. Solo, lentamente, aprendió a mirar con ojos de árbol. Finalmente pudo ver y se quedó triste.
Veía, en efecto, que alrededor de él, en el paraíso, la mayoría de los seres se transformaban frecuentemente, que todo más bien, se deslizaba en un flujo encantado de perennes transformaciones. Veía las flores convertirse en piedras preciosas, o marcharse velozmente al camino como fulgurantes colibríes. Veía junto a él más de un árbol desaparecer repentinamente: uno se había disuelto en la fuente, otro, se había convertido en cocodrilo, otro, aún, nadaba fresco y contento, con gran placer, como un pez alegre, inventando en distintas formas nuevos juegos.
Los elefantes tomaban la vestimenta de las rocas; las jirafas, la forma de las flores. Sin embargo, el árbol Pictor, permanecía siempre igual, no podía transformarse más. Desde el momento que comprendió esto, su felicidad se le desvanecía: comenzó a envejecer y asumir de ahora en más aquél aspecto cansado, serio y afligido, que se puede observar en los árboles viejos. Lo mismo se podía ver todos los días también en los caballos, en los pájaros, en los hombres y en todos los seres: cuando no poseen el don de transformarse, con el tiempo, se hunden en la tristeza y en el abatimiento, y pierden toda belleza.
Un buen día, una muchacha de cabellos rubios y de vestimenta azul, se apareció en aquella parte del paraíso. Cantando y bailando, la rubia niña corría entre los árboles y hasta entonces nunca había pensado en desear el don de la transformación.
Más de una sabia mona sonreía a su paso, más de una mata la acariciaba lentamente, más de un árbol dejaba caer a su paso una flor, un nogal, una manzana, sin que ella lo percatase.
Cuando el árbol Pictor vio a la muchacha, lo apresó un gran estremecimiento, un deseo de felicidad como nunca había sentido antes. Y al mismo tiempo, se encontró preso en una profunda meditación, porque era como si su propia sangre le gritara: " Regresa en ti! Recuerda en este momento toda tu vida, encuentra el sentido, de otro modo, será demasiado tarde y no te será dada nunca más la felicidad ". Él obedeció. Recordó su origen, sus años de hombre, su camino hacia el paraíso, y en un modo particular aquel instante maravilloso en que fue árbol, aquel instante maravilloso en que había tenido en la mano aquella piedra encantada. Entonces, cuando toda transformación le era dada, la vida en él había sido ardiente como nunca más lo fue! Se recordó del pájaro que entonces había reído y del árbol que era sol y luna; lo apresó la sospecha que entonces había perdido, que había olvidado alguna cosa, y que el consejo de la serpiente no había sido bueno.
La muchacha oyó un rumor entre las hojas del árbol Pictor, levantó la mirada y sintió, con un imprevisto dolor en el corazón, nuevos pensamientos, nuevos deseos, nuevos sueños moverse dentro suyo. Seducida por esa fuerza desconocida se sentó sobre el árbol. Él le parecía solitario, solitario y triste, y en este momento, bello, conmovedor y noble en su tristeza; era encantada por la canción que le susurraba dulcemente su cabellera. Se apoyó en su áspero tronco, sintió al árbol estremecerse profundamente, sintió el mismo doliente escalofrío, en el cielo de su alma se deslizaban nubes, de sus ojos caían pesadas lágrimas. ¿ Qué estaba sucediendo ?, ¿ Porqué debía sufrir así ?, ¿ Porqué su corazón quería romper el pecho e ir a fundirse con él, con el bello solitario ?
El árbol tembló silenciosamente desde sus raíces, intensamente recogía cada fuerza vital y avanzaba hacia la muchacha, en un ardiente deseo de unión.
¡ Porqué se había dejado engañar por la serpiente para estar así, por siempre, siendo solo árbol ! ¡ Oh, cómo había estado ciego, como había sido tan tonto !
¿ Verdaderamente, en ese entonces, sabía muy poco, en verdad había estado tan lejos del secreto de la vida ? No, también en ese entonces lo había sentido y presagiado ! Y con dolor y profunda comprensión pensó ahora en el árbol que fue hecho de una hombre y de una mujer !
Venía volando un pájaro, rojo y verde, valiente y bello, mientras trazaba en el cielo un anillo. La muchacha lo vio volar, vio caer de su pico algo que brilló rojo como la sangre, rojo como los brazos, y cayó entre las verdes plantas. Resplandeció de tanta familiaridad entre las verdes plantas, el llamado de su luz roja era tan intenso que la muchacha se inclinó y exaltó aquel rubor. Y he allí que fue un cristal, un rubí, y entorno a él no podía haber oscuridad.
Tan pronto la muchacha tomó la piedra en su mano blanca, inmediatamente, se confirmó el sueño que le había colmado el corazón. La bella fue presa, se desvaneció y se hizo toda una con el árbol, se asomó de su tronco como una joven y robusta rama que rápidamente se elevó hacia él. Ahora todo estaba en su lugar, el mundo estaba en orden, solo ahora había encontrado el paraíso.
Pictor no era más un viejo árbol entristecido, ahora cantaba fuerte Pictoria. Victoria. Se había transformado. Y, puesto que esta vez había alcanzado la verdad, la eterna transformación, porque de una mitad se había convertido en un todo, desde aquel instante pudo continuar transformándose, tanto cuanto quisiera. Incesantemente el flujo encantado de la transformación recorría sus venas, activamente participaba de la creación que renacía a toda hora.
Se convirtió en corzo, en pez, en hombre y en serpiente, en nube y en pájaro. En todas las formas, pero estaba entero, completo, era una " pareja ", tenía en sí a la luna y al sol, al hombre y a la mujer, corría como un río gemelo por la tierra, estaba como una doble estrella en el cielo.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Obama, 13 claves de su victoria

Texto tomado de alainet.org

Obama, 13 claves de su victoria
Isabel Rauber

El triunfo de Obama marca una incisión en la historia política estadounidense. Junto a los triunfos de Lula y de Evo, y ‑a pesar de las marcadas diferencias que existen entre sus trayectorias, sus propuestas y los actores que representan‑, habla a las claras de la fuerza convocante de la esperanza como motor movilizador de los pueblos en los tiempos actuales.

Lo sobresaliente de la victoria de Obama no radica en su color. El es un líder afrodescendiente y, en tanto tal, estimula a que se proyecten en él –a su medida‑ las miradas que evocan a Martin Luther King Jr, Malcom X, Ángela Davis y tantos otros miles de pares golpeados, vilipendiados o asesinados por el sistema. Pero su proyección como figura política no se centró en ello; estuvo marcada por las banderas que levantó, los postulados que invocó y las puertas (oportunidades) que prometió abrir.

No se presentó tampoco como alternativa al sistema; buscó su elección dentro del sistema [norte]americano, pensando y actuando como [norte]americano. Rescatar y resaltar el “espíritu [norte]americano”, apelar a sus mejores acervos político-culturales, fue precisamente lo que rubricó la fuerza cultural de su mensaje y constituyó el eje vertebrador de su estrategia para la victoria. El derrotero de su brevísimo camino a la Casa Blanca lo anuncia al mundo como un hábil estratega político. De ahí que resulte interesante destacar un grupo de claves que lo condujeron al triunfo.

○Desde su surgimiento como líder político, Obama tuvo claro que para llegar a ser Presidente hay que sentirse Presidente y actuar como tal. Para él, la presidencia no se protagoniza el día después del triunfo electoral, sino al revés: con las elecciones se corona lo que ya se es. Su discurso del 2004 así lo evidencia claramente: habló para todos, invocó los valores, el ideario y los imaginarios del legendario y ahora vilipendiado “espíritu [norte]americano”. Apoyándose en ello convocó a jóvenes y viejos, hombres y mujeres, ricos y pobres, blancos y negros, demócratas y republicanos… y así lo reiteró en el discurso que pronunció luego de su triunfo. Esto lleva a otra clave:

○No sectorializó su participación ni su representación. No se asumió nunca como vocero o representante de los negros. No apeló a las armas de la justicia racial pretendiendo desde allí conquistar “el derecho” a la Presidencia. Haciéndose eco del fracaso de Jessie Jackson, por ejemplo, se presentó como [norte]americano, es decir, no como un negro, sino como un político con capacidad para representar a todos, como el Presidente ideal de los [norte]americanos. Para ello,

○No se auto-acorraló ni se dejó acorralar. Invocó valores omnipresentes, asentados (aunque relegados) en la idiosincracia [norte]americana: rescató al país de las oportunidades para todos, del reino de la libertad y de la democracia como vía. Y así lo mostró y demostró –entre otras cosas‑ disputando por su candidatura desde las primarias.

○Consciente de que la fuerza de la política radica en la sociedad, confió su candidatura a la ciudadanía y no a los acuerdos –aunque los hubo‑ con la cúpula demócrata. No fue designado ni nominado por un grupo, sino venciendo en la disputa democrática cuyos valores reivindica y encarna.

○No invocó cuestiones del pasado, no llamó a tomar revanchas, ni se refirió a los obstáculos. Mostró las posibilidades latentes presentes y futuras, y convocó a sus conciudadanos a hacerlas realidad.

○Levantó con fuerza la idea de oportunidad y de cambio, siendo esta última la palabra más reiterada de su campaña. Y no por casualidad, sino porque es la piedra angular de cualquier posibilidad de salida de la inocultable crisis profunda en la que se encuentra el país y más aún, el sistema capitalista que éste anima. Con ello,

○Supo identificar y llegar a los sectores sociales claves poseedores de la energía y fe necesarias para empujar el proceso en dirección al cambio y las oportunidades: los jóvenes y la clase media con ambiciones de movilidad social ascendente, muy golpeada por la crisis. Y no se equivocó: fueron la fuerza social central de la campaña y el voto Obama.

○No se comprometió radicalmente con nada: no definió el sentido ni los contenidos de los cambios y las oportunidades; permitió que cada uno depositara en sus palabras un contenido propio. Con lo cual,

○Estimuló la fantasía presente o dormida, y apeló a los sueños y la imaginación como vía para enfrentar el “realismo” aplastante y mediocre del mercado y el guerrerismo que invocaba Mac Cain, en su decadente convocatoria a profundizar el neoliberalismo.

○Frente a la chatura y mezquindad de “Joe el fontanero”, su discurso sencillo (pero no simple) apeló a la solidaridad y a la paz, e invocó a lo mejor de los hombres y las mujeres, sabiéndolos deseosos de recuperar su orgullo y autoestima como país, tan vilipendiados por la administración Bush. Todo ello fue signando su arrollador carisma.

○No se presentó como “el cambio”, sino como la oportunidad para hacerlo. Con lo cual convocó a millones a acompañarlo, para protagonizar entre todos la desafiante aventura de recrear América y el mundo.

○Esto significa o puede significar también, recrear las relaciones entre Norteamérica y Latinoamérica. Y con ello despertó esperanzas más allá de sus fronteras. Entreabre una delgada puerta hacia la posibilidad de poner fin al bloqueo a Cuba, hacia la posibilidad de cesar el injerencismo desestabilizador y golpista en los procesos de Bolivia, Venezuela y Ecuador (para solo mencionar algunos), y construir interrelaciones diferentes con el continente, basadas en principios de respeto a las integridades y designios nacionales en todo el planeta.

○No habló para Mac Cain ni para Hilary. No habló para un sector social en particular. No llamó a votar a favor de algunos (un sector), ni contra los otros (los republicanos), sino invocando el nosotros. Y con un lenguaje claro y directo se dirigió siempre a los millones de estadounidenses a quienes buscaba convocar.

La gigantesca victoria de Obama evidencia que los pueblos ‑en este caso el de EEUU‑, están por la vida, por la paz. Enseña que el pueblo [norte]americano, pese a su deambular “equivocado”, tiene memoria de su valores y –crisis mediante‑, con Obama ha recuperado la esperanza y la fe en que es posible vivir de un modo diferente. Él supo despertar esos sentimientos, invocar los mejores valores de la idiosincrasia [norte]americana y constituirse en el ser humano que la personifica.

Por todo eso ganó.

Esta situación permite también tomarle el pulso al universo: marca el fin del señorío absoluto del realismo cínico del neoliberalismo y del racionalismo chato que imperaron hasta ahora como horizonte máximo de lo único posible, y anuncia el retorno de la fe y la confianza en la posibilidad de construir y vivir en un mundo mejor. Con estas llaves Obama alimentó la esperanza y estimuló la movilización de miles de millones de hombres y mujeres en EEUU, con ecos en todo el plantea.

En cualquier caso, su triunfo no es casual. Es parte de las oportunidades abiertas por las luchas de los pueblos. Llega de la mano del empantanamiento bochornoso de la tropas estadounidenses en Irak, y al son de una de las más profundas crisis del sistema capitalista desde 1929. Esto muestra también que la incertidumbre se acepta como alternativa cuando –como escuché decir a un periodista‑ “se le ve la cara al abismo”. Este abismo es la gran amenaza para Obama, pero a la vez su gran oportunidad y la de todos.

Indubitablemente, haber llegado a la cima del país más poderoso del mundo, hacerse cargo de una administración que es sostén del entrelazamiento de acero entre el poder financiero y el militarismo guerrerista/imperialista mundiales, no deja mucho margen para pensar que Obama podrá “hacer lo que quiera”, aunque todavía no ha expresado exactamente qué es lo que quiere. Habrá que ver qué define y cómo se maneja, cómo hace para que los millones que lo votaron aprovechen las oportunidades que él abrió, o si ‑desdiciéndose‑ lo cocina todo tras las puertas de la Casa Blanca.

Algunos se apresuran a tomar distancia y a vaticinar que su gobierno será un desastre, que él es (o será) simplemente un instrumento del sistema. James Petras lo define como “el candidato de Wall Street” porque, para él, mientras “la esencia” del sistema no cambie, nada tiene importancia, y entonces –prácticamente‑ lo mismo le da Obama que Mac Cain. Chomsky supone que la ideología guarda una relación directa de correspondencia con la pertenencia etno/genética de cada ser humano, y por tanto define ideológicamente a Obama como “un blanco que tomó mucho sol”. Otros se lamentan por la confusión que –aseguran‑ va a desatar, y otros alertan sobre su posible (y aparentemente inevitable) “traición”. La pregunta en tal caso sería, ¿traición a quiénes? Porque Obama no se planteó terminar con el sistema, ni reclamó la Presidencia como acto de justicia racial. No se postuló –reitero‑ como el candidato negro de los estadounidenses, sino como el candidato de todos los estadounidenses, es decir, como el salvador de los estadounidenses y su sistema social, económico, político y cultural, y también de su liderazgo mundial, pero redefiniéndolo y reconstruyéndolo desde un lugar y con modos diferentes al hasta ahora ensayado por los republicanos. No cabría entonces considerar una “traición” que se reúna y pretenda gobernar junto con algunos de ellos. Habrá que ver en función de qué políticas, con quiénes y cómo.

Todavía no se estrenó en sus funciones, sin embargo, las dificultades, los obstáculos y las amenazas comienzan ya a disputarle el oxígeno que respira. Conociendo el historial del poder [norte]americano no resulta disparatado vislumbrar a Obama transitando por el corredor de la muerte. Pareciera recomendable entonces, no precipitarse a realizar juicios absolutos y, para saber qué atenerse, esperar.

Con Mac Cain todas las puertas estaban cerradas. La llegada de Obama a la Presidencia concita interés por las puertas que abre o las que puede –tal vez‑ llegar a abrir.

Para no cerrar el diapasón del análisis, concedamos que tal vez Obama no quiera hacer algo diferente a los republicanos. Pero aun si así fuera, si finalmente resultara igual que Bush, ello no borrará el hecho real y concreto de que el pueblo lo votó por lo que dijo y por lo que prometió, y las suyas no fueron palabras ni banderas de guerras ni odios, sino de paz, de vida, de esperanza y de cambio.

Obama es la muestra mundial de que lo aparentemente imposible puede ser realidad. Desafió la hegemonía ideológica y mediática del neoliberalismo y con su triunfo mostró que es posible cambiar, que a pesar de tantas derrotas y desaciertos hay cabida para los sueños. Y lo hizo con la fuerza de ser ‑desde las entrañas‑, la encarnación afirmativa de esa posibilidad.

¿Será realmente capaz de aprovecharla a favor de su pueblo y de los pueblos todos?

Ciertamente no sabemos lo que será su gestión de gobierno. Más aún si tenemos presente que en política no existen garantías, que no hay nada absolutamente inevitable y predeterminado.

Pero vale concluir subrayando que, cualquiera sean los rumbos que Obama tome a partir del 20 de enero, nada modificará el significado trascendente de su victoria, que ha activado la esperanza de todos los condenados de la tierra, que hoy tienen en él una muestra palpable de que es posible triunfar. Y no mañana, sino hoy, ahora.

- Isabel Rauber es Doctora en Filosofía.


http://alainet.org/active/27359

jueves, 6 de noviembre de 2008

¿Estudiar la cultura en América Latina?

Javier Torres Vindas

Quisiera plantearme esta pregunta: ¿Estudiar la cultura en América Latina? La razón de estratégica es de carácter epistémico. En particular, moldear someramente desde donde leo, elaboro y expongo la temática.
Se parte, para ello, del hecho “óntico”1 de que los seres humanos estamos “arrojados” a la existencia y en el devenir del trato con ese entorno físico aquello que aparecía como extraño fue configurándose “familiar” primero en su manipulación corpórea, luego en su representación pictórica (mental, bien plasmado en la bi-dimensionalidad de un dibujo, por ejemplo) y finalmente en asida por la más acabada representación “lenguaje”, sea este oral y luego escrito.
Este proceso de doble vía (filogenético-ontogenético) implica una apropiación de aquello lejano y ajeno a lo familiar, gracias a la praxis en la cual transformamos el entorno y nos transformamos en nuestro interior. Este paso, de lo óntico (lo existente) a lo ontológico (lo que decimos, el perfomativo acto de construcción de mundo) es lo que en su sentido más lato hemos dado en llamar “cultura”. Es decir, formas de sentir, pensar, actuar, representar. Todas ellas situadas, todas producción no siempre conciente. Aquí, forma, remite a la intencionalidad (individual y/o colectiva) que se materializa y que por el “rictus” de su uso se convierte en transmisibles de unos a otros.
En otras palabras, el hecho de que no sólo los objetos de conocimiento (sean estos míticos, gnoseológicos, teológicos, éticos, estéticos, políticos, epistémicos, etc.) sean históricos, sino también el hombre mismo lo sea, nos impide valorar "neutralmente" la realidad. No existe un saber objetivo, trasparente ni desinteresado sobre el mundo. Tampoco el ser humano, es un espectador imparcial de los fenómenos. Antes bien, cualquier conocimiento de las cosas viene mediado por una serie de prejuicios, expectativas y presupuestos recibidos de la tradición que determinan, orientan y limitan nuestra comprensión.
Es decir, los seres humanos estamos arrojados a un mundo en el que, a través, de un proceso de “socialización” se nos surte de una cultura y un lenguaje determinados (facticidad) que delimita y manipula su conocimiento de la realidad. Ésta no surge de la subjetividad, no es original de cada hombre particular, sino que está condicionada históricamente, y se vertebra en la articulación entre pasado y futuro, esto es, en el diálogo entre tradiciones.
Esto significa que cualquier pregunta prevé su respuesta y presagiamos o anticipamos de antemano aquello que queremos conocer, por lo que se crea cierta circularidad en la comprensión denominada (por Heidegger y Gadamer) "círculo hermenéutico"2, criticada por el cientificismo y la lógica clásica como un error o petición de principio.
Para el caso de “América Latina”, el cuestionamiento de su autenticidad y su identidad, empieza en el mismo momento de su “descubrimiento” (1492), que implicó, su encubrimiento por la “mirada” del europeo. Negada, la realidad sociohistórica, de los habitantes de este continente, se construyó un “hibrido” de tradiciones y marcos de referencia sobre lo que éramos, somos y tendremos que ser. El “vencedor” escribió la historia “verdadera” de América Latina (hegemónica-monológica, i.e. León Cortés) como la “cultura”, negando como “barbarie” (i.e. Juana Lucero, Doña Bárbara, Juan Rulfo, etc.) lo polifónico, carnavalezco, heteglóxico de los perdedores, que en muchos casos sobrevivió mimetizado, oculto entre las bambalinas, y con algunos asomos insurrectos (i.e. Cachaza, Única Mirando al Mar, etc.)
Pensar la cultura en América Latina, Centroamérica, Costa Rica, Guanacaste, Talamanca, etc., es en sí un acto cultural, ético y político. Es tomar distancia y establecer una posición desde donde se propugna desde donde se debe hacer la lucha por establecer los propios objetos de interés, sean estos: cine, teatro, pintura, etc. Bien, una reflexión (literaria, sociocrítica, psicoanalítica, sociológica) sobre esos productos, sus productores, los circuitos de distribución, su consumo. Implica, desde el campo intelectual académico, saber con quien y contra quien se dialoga (Canclini, Brunner, Sarlo, Ivan Molina, Sergio Villena, etc.).
Pensar la cultura en América Latina, es en sí un acto cultural, un habitus que se desarrolla en el campo estructurado y estructurante desde el cual se despliegan ciertas y no otras, posibilidades hermenéuticas y políticas, de eso que se denota como “pensar”.
En resumen, el acto mismo de “pensar” ya enota un lugar epistémico de producción de conocimiento. Lugar sociohistórico, cruzado por las tensiones propias de su ubicuidad y de la capacidad de cada quien de insertar desde allí “su” palabra y potenciar con ello “x ó y” aspectos de la cultura que deben ser atendidos, tratados, remitidos, defendidos, ocultados.
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Notas
1.La Diferencia entre lo óntico y y lo ontológico es trazada por Heidegger en Ser y Tiempo. El primero, indica lo existente independiente de una conciencia que de cuenta de ello; lo segundo aplica a lo que decimos de lo existente (su verbalización, su representación). Este ensayo empieza con esta indicación existencialista, a razón de intentar mostrar el carácter primigenio de la relación de los seres humanos con “su mundo”. Una lectura, alternativa se podría hacer desde Hegel, siguiendo las figuras del Espíritu que va de lo pre-consiente a la conquista del Espíritu Absoluto, a través, de el lenguaje, el trabajo y el deseo; tal como, lo presenta dicho autor en Fenomenología del Espíritu.
2.El círculo hermenéutico es para Gadamer un límite a cualquier intento de comprensión totalitaria pero también es una liberación del conceptualismo abstracto que teñía toda investigación filosófica. Esta limitación traduce fielmente la realidad como un decir inconcluso y no acabado. Heidegger, sin embargo, concibe la circularidad de la comprensión más como una oportunidad positiva que como una limitación meramente restrictiva. A través de la facticidad y del lenguaje se produce el encuentro con el ser, que es el que, en última instancia, decide y dispone del hombre.

El desarrollo. Celso Furtado

"El desarrollo no es sólo un proceso de acumulación y aumento de la productividad macroeconómica, sino principalmente el camino de acceso a formas sociales más aptas para estimular la creatividad humana y responder a las aspiraciones de la colectividad." Celso Furtado