Dos claves para las políticas sociales.
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Las políticas sociales pueden ser entendidas como aquellas intervenciones promovidas por el Estado en lo social (condiciones de vida) que presupone una alteración, participación o reacción de los diversos actores frente a esas acciones o iniciativas de los poderes públicos. El despliegue de esas políticas implica no sólo una transferencia o entrega de bienes o de servicios a una población determinada, sino que contempla la posibilidad de una participación activa de la población. Es decir, implica, interpela, afecta a ciudadanos y ciuadanas contretos, en su individualidad y en sus relaciones primarias (familiares). Esta afectación tiene efectos positivos y/o negativos en la legitimidad de los acuerdos sociales que soportan el entramado relacional donde se “juegan” (agency) dichas políticas sociales. Desarrollemos seguidamente, cada aspecto de esta tríada.
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Ciudadanía a inicios del siglo XXI
El concepto ideal clásico de ciudadanía se compone de tres elementos: “la igualdad, el cumplimiento de la ley y la participación en la vida política” (Molyneux, 2000:24). El concepto se ha transformado como consecuencia de cambios en el sistema liberal político, el sistema radical y las teorías feministas. El sistema radical esta asociado al liberalismo económico, en el cual, se trasladan las responsabilidades del Estado a la ciudadanía activa. En síntesis, la definición de la ciudadanía cambia a través de la historia, pero actualmente el debate se centra en el ámbito económico y la globalización.
Estas transformaciones son el resultado de múltiples factores, y se basan en la libertad individual y las responsabilidades de las personas ante la sociedad. En primer lugar, comienzan transformaciones en lo económico, es decir, en la “era del neoliberalismo”, en la cual, se minimiza el papel del Estado, a la vez, se observan desigualdades y aumento de la pobreza; porque la reducción el mercado no logra resolver esas expectativas de lo/as ciudadano/as.
En segundo lugar, durante las décadas 80's y 90's del siglo anterios, se redujo (ostensiblemente) dentro del impulso neoliberal, la participación ciudadana a la practica del voto, como consecuencia se observa una ciudadanía pasiva, “con una visión empobrecida de la pertenencia social” (Molyneux, 2000:26). En tercer lugar, los procesos económicos de libre mercado, empiezan a imponer cambios a un ritmo acelerado; esto implica el cambio de ciudadano a consumidor, donde el individuo cree que elige lo que desea, pero dentro de una gama de posibilidades impuesta por le mercado y la clase social.
Al ir concluyendo, el primer decenio del siglo XXI, asistimos a un cambio del ejercicio de la ciudadanía que consiste en la ampliación de los de derechos fundamentales del hombre y se incluyen las luchas de las mujeres, etnias, inmigrantes, niños/as entre otros. Los procesos de cambios económicos, sociales, culturales permiten que el individuo sienta el derecho a reclamar sus derechos, ya no solamente en el ámbito político, sino también en ciudadanía económica y la ciudadanía social. La sociedad civil, entonces es más participativa en los debates actuales, en las distintas localidades.
La ciudadanía extendida también tiene un componente regulador porque cada persona se encarga de velar por los intereses propios y los de la comunidad o barrio. El papel que tenía el Estado Bienestar ha sido debilitado por el mercado; esto deja un vació en las normas de regulación, por ejemplo, en los servicios públicos y las garantías sociales que antes brindaba el Estado. En resumen, se extiende la ciudadanía hacia cada individuo, el cual busca llenar las necesidades que antes el Estado Bienestar le suplía. A la vez ese ciudadano se siente llamado a reclamar sus derechos humanos y participar más activamente en los procesos sociales (afirmative actions, es decir, cuotas de participación).
En este sentido, podemos retomar el concepto de seguridad ontológica, que remite (para nuestro caso) al “conjunto de condiciones económicas básicas que permite a los ciudadanos sentirse personalmente seguros viviendo en una sociedad y cuya reducción debilita el sentido de pertenencia con la sociedad” (Reuben, 2004 23). Cuando las personas sienten más derechos y observan que el Estado interviene cada vez menos en los procesos colectivos, entonces los individuos sienten la necesidad de reclamar sus derechos (luchas feministas, ambientales, políticas), porque tienen un sentido de pertenencia e identidad cultural que les llama a conservar su forma de vida.
En otras palabrasm, la seguridad ontológica se relaciona con el concepto de integración social, porque el elemento fundamental de ambas que son las relaciones de cooperación; los/as ciudadanos/as tienen variadas actividades, valores o creencias comunes que se reflejan en los derechos humanos de las mujeres y los hombres; los cuales, adquieren sentido dentro de cada cultura y sus diversos niveles de integración. Finalmente, una sociedad integrada se presenta cuando sus intereses están bien representados en el bienestar público.
Ciudadanía y acuerdos familiares, en el enfoque de regímenes de bienestar.
El estudio de los Regímenes de Bienestar fue impulsado desde los 90´s por el sociólogo Gosta Esping-Andersen, como un esfuerzo por estudiar las dinámicas de los riesgos y responsabilidades sociales en la gestión del bienestar. Éste resulta de los pactos institucionales que en un colectivo social reparten el equilibrio entre la triada del bienestar: Estado, Mercado y familias. Juliana Martínez, afirma, que “el bienestar es la capacidad para el manejo colectivo de riesgos (…) el bienestar se construye a partir de múltiples interdependencias: reglas, expectativas, valores y normas sociales que definen qué prácticas son deseables y posibles (…) los regímenes de bienestar son precisamente la constelación de prácticas, normas, discursos relativos a qué le corresponde a quienes en la producción del bienestar” (Martínez, 2007: 2-3). Para, que dichas prácticas sean materialmente viables deben cumplir dos condiciones: ser política e institucionalmente impulsadas-sostenidas y contar con un mínimo de legitimación social.
Según el este enfoque, la “desfamiliarización” es cuando el Estado comienza a asumir responsabilidades que antes realizaban las familias. Los compromisos que el Estado Bienestar asume como los servicios públicos, educación gratuita y obligatoria, salud etc. permiten a las familias desentenderse esas decisiones. Además, las mujeres tienen más oportunidades de salir del ámbito familiar para estudiar y trabajar de forma remunerada. En el proceso de la “desfamiliarización” el Estado recauda impuestos para luego distribuirlos en las diferentes necesidades de la población y contribuir al bienestar de las familias.
En el caso contrario, en la “familiarización” la familia es responsable de los individuos que la componen (generalmente se habla de familia nuclear, en el período del fordismo). La familias el centro de toma de decisiones y depende del mercado, con respecto a la compra de servicios. Tomando en cuenta el concepto de Reuben sobre las “relaciones primigenias” que se constituyeron sobre las relaciones utilitarias entre individuos y se transformaron en lo que hoy conocemos como relaciones familiares o de parentesco.
El bienestar social se brinda cuando hay un proceso de “desfamiliarización” y los servicios que ofrece el Estado son de buena calidad (por ejemplo, los países escandinavos). En el caso del modelo de acumulación de capital, hay dificultades para que el Estado regule todas estos servicios, más bien el mercado trata de captarlos para obtener ganancias; este debilitamiento del Estado, puede ir en detrimento de las familias que no pueden pagar los precios del mercado. Entonces, el bienestar social de las familias se afecta por el modelo de acumulación de capital.
Otro factor importante es la participación de las mujeres en el ámbito laboral. En concreto, en Costa Rica, el Estado Bienestar brinda servicios de cuido e ancianos, niños/as, educación y salud, de manera que la familia se desentiende de esa responsabilidad, principalmente la madre que se le ha encargado el papel de ama de casa. Pero existen contradicciones importantes en cuanto a la inequidad de género, en los siguientes aspectos:
Diferencia en los salarios para hombres y mujeres en puestos iguales.
Pocos puestos de mando para mujeres con el mismo nivel de educación que los hombres.
Doble jornada para las mujeres: labores del hogar y trabajo remunerado.
Pero, no siempre el Estado se encarga de las responsabilidades, en el caso de América Latina, se han dado transformaciones económicas externas que han ido imponiendo un modelo de acumulación de capital internacionalizado, y a la vez hay dificultades internas del Estado para brindar servicios de buena calidad; frente a esto las familias se ven afectadas, por ejemplo, las altas tasas de divorcios y recomposición de familias extendidas. Para Esping-Andersen, la familia sigue teniendo las responsabilidades de cuido, educación etc. principalmente recaen sobre las mujeres.
Los procesos de “desfamiliarización” conducen al bienestar social cuanto más se acerquen a las características que cada sociedad establece como bienestar. El bienestar es una ideología del s. XIX inspirada en valores burgueses (filosofía utilitarista) y en valores del proletariado (filosofía de la miseria). El ideal del bienestar se lleva a cabo con el wellfare state (Estado bienestar). El bienestar moderno tiene que ver con los bienes de consumo y uso producidos por la economía industrial y se concreta como estilo de vida ligado la vivienda, el transporte, el ocio, la salud, la educación y el confort; esto depende de la cultura de cada país. En conclusión, depende del nivel de calidad de todos los servicios que brinde el Estado, así se acerca o no al valor fundamental del bienestar para todos/as1.
Bibliografía
Costa Esping-Andersen. Fundamentos sociales de las economías postindustriales. Barcelona: Ariel, 2000
Martínez Franzoni, Juliana. Regímenes de Bienestar en América Latina. Madrid: Fundación Carolina-CeALCI., 2007
Molyneux, Maxine, “Ciudadanía y Política Social en perspectiva comparada”, en Reuben Soto Sergio, ED. Política social: Vínculo entre Estado y sociedad. San José, C.R.: Edit. Universidad de Costa Rica, FLACSO-México, UNICEF, 2000 pp. 23-51.
Reuben, Sergio, 2000ª, “Política social y familia”, Contrapunto, Nº8, pp. 15-22, SINART, San José.
____________, 2004. “La Sociedad Civil, el Bienestar Social y las Transformaciones del Estado en Costa Rica” Revista Reflexiones 83 (1): 21-30.
1 Ver Morin, Edgar “La cuestión del bienestar”. En: Sociología. España: editorial Tecnos, 2002. Pp. 247-251