jueves, 17 de julio de 2008

Prostitución y escupitajos.


Prostitución y escupitajos. Reflexiones desde un proyecto de apoyo a mujeres trabajadoras del sexo en Costa Rica: La Sala.

Javier Torres Vindas

Sociólogo y linotipista / socioarte@gmail.com

Resumen

El presente artículo intenta dar cuenta, brevemente, del proyecto La Sala; ubicado en San José, Costa Rica. Para el 2007, este proyecto necesita un apoyo nacional e internacional para su sostenimiento. El fin último del artículo es difundir sobre su existencia y buscar amigo/as del proyecto.

I. La prostitución: entre el prejuicio y su superación

Las prostitutas (hoy trabajadoras del sexo) han representado en el imaginario social la suciedad, el vicio, la degeneración; tanto en la cotidianidad como en la ficción (i.e. Juana Lucero). En el trabajo de Juliano Excluidas y Marginales: una aproximación antropológica se resume de forma cruda la realidad de la mujer trabajadora del sexo:

“No me gusta ninguno de los clientes ¡que va!... Yo me he fijado en una cosa: todos los hombres, todos, ¿eh?... Pero no sólo los que van conmigo, porque yo me he fijado en los que van con los demás también, ¿eh? Todos. ¿Tú sabes lo primero que hacen cuando salen del meublé? Escupir… O sea, van con nosotras ¿no? Y cuando salen, por la puerta del mueblé… Escupitajo, todos ¿por qué? Porque les damos asco” (Juliano, 2004: 141)

Es decir, la mujer trabajadora del sexo se presenta como oxímoro-plexo de lo social. Como sinécdoque de la negación de su humanidad: su objetualización. Expresa y condesa asimetrías culturales, educacionales, económicas, políticas y subjetivas[1]. ¿Cuál es el carácter de estas asimetrías?

Estas desigualdades son sociales, históricas y culturales. Sedimentando diferencias entre hombres y mujeres de carácter político-histórico y estructural; que se actualizan en cada interacción social este o no presente un miembro de género opuesto. Para lograr su carácter activo, coercitivo y cohesionante estas asimetrías son internalizadas por los sujetos y transmitidas de generación en generación[2]. Es decir, cada hombre y cada mujer construyen su identidad[3]: apropiación de su cuerpo, autoestima, auto modelo sexual, personalidad, el yo subjetivo y el yo gramatical o relacional, etc. Acorde a roles y estatus construidos, en constante adaptación a las condiciones coyunturales, sean éstas interacciones “cara a cara” o mediadas de forma extensiva en el tejido social. Entonces, el género:

“(…) no se trata de una predeterminación biológica, sino más bien de una construcción social-cultural, la cual se reproduce constantemente. En general, los roles y espacios que a raíz de éste proceso se atribuyen a mujeres y a hombres respectivamente, así como las relaciones Inter.-genéricas, reflejan los valores y presupuestos “tradicionales” de la sociedad patriarcal y resultan por lo general en una discriminación y subordinación de las mujeres” (Hawigghorts, 1998: 4)

Es decir, la producción sociohistórica y cultural asigna las funciones propias de género. El lugar social que hombre o mujer deben ocupar; y desde allí de las expectativas de lo que se juega en esos lugares sociales: status y roles de género. Al ser una construcción social establece desigualdades y formas institucionalizadas de ejercer el poder; sea hegemónico o de resistencia. (Ver Foucault, 1996:112-125)

En el caso de las mujeres, el imaginario androcéntrico, las segrega en dos posibles formas institucionalizadas[4] de ejercer su feminidad; formas correlacionadas y que se legitiman por su antinomia. Dichas formas sociales de ser mujer son: madre ó prostituta[5]. Segregación que implica el “(…) replegar a un espacio social para asegurar el mantenimiento de una distancia para institucionalizar una diferencia, que a su vez, ratifica un determinado orden social” (De Oliveira y Ariza, 1997:186). O sea, la feminidad posible (madre-prostituta) como una construcción sociohistórica (institucionalizada) que se materializa-actualiza en prácticas sociales (colectivas o individuales) y se legitima a través de prácticas ideológicas y culturales[6].

En el caso de aquellas mujeres que han construido su historia de vida desde la práctica meretricia, soportan la doble asimetría de ser mujeres-objeto del imaginario y prácticas patriarcales[7]. En otras palabras, en este ejercicio de “imaginación sociológica” se aventura la escisión de la doble moral sobre la institución antropo-sociohistórica y patriarcal de la prostitución, dado que:

“(…) existen dos tipos de prostitución: la visible y la invisible. Para la sociedad, prostituta es quien vende su cuerpo y ejerce el oficio en espacios abiertos y eso es una minimización del problema. La prostitución va más allá de lo que vemos y a quienes vemos. La prostitución es tráfico de personas, proxenetas, es clientes, maltrato físico, sexual y psicológico, es falta de recursos personales, abandono, droga, es pobreza, miseria. Y las personas que lo ejercen pueden hacerlo en espacios abiertos como en polígonos industriales o puertos, pero también en hoteles, locales de alterne, domicilios, agencias de modelos, matrimonios de conveniencia, concursos de belleza, ante el jefe o jefa de turno, en los consejos de ministros o ministras (…) corrupción que todos y todas tenemos cerca y que, precisamente por cercana, nos aterra” (Villacorta; 2003: 18)

II. Contexto del proyecto: Costa Rica

En el año 2006 se ha publicado en Costa Rica el texto: La tierra del pecado, entre la quimera y el anhelo. Historia de la Prostitución en Costa Rica, 1750-2005[8] (Marín, 2006) En él, su autor aborda la prostitución desde el período de la conquista y la colonia hasta los tiempos del neoliberalismo, con el fin de reflexionar acerca de los orígenes de este fenómeno en diferentes períodos de nuestra historia patria. Su objetivo es sensibilizar a la sociedad costarricense sobre la responsabilidad de crear un tipo de prostitución, el cual lejos de ser un mal congénito e inmemorial de la humanidad, es producido y fomentado por la misma sociedad[9].

Además, busca establecer un factor más para la interpretación de los diversos fenómenos sociales como la prostitución, y visualizar el papel de la clientela como un elemento clave que permite conocer los cambios que ha experimentado. En este sentido, el Dr. Marín señala que en el ámbito académico mundial a través del tiempo, las prostitutas han propiciado cientos de artículos y libros, en los cuales se ofrecen conceptos sustentados en estereotipos y prejuicios, como el hecho de que las personas dedicadas a este oficio serían seres anormales o desviados que violentan el orden perfecto y armonioso de la sociedad. (Marín, 2006:10-21 y Marín, 2001: 3-19)

El texto aporta líneas del tiempo en las cuales se resumen acontecimientos referidos al fenómeno de la prostitución en Costa Rica, de interés para este artículo (La Sala nación en 1994) es siguiente gráfico del tiempo:

Gráfico 1. Desarrollo de la Prostitución en Costa Rica 1949-2005

Fuente: Marín, 2006: 159

Según se observa, el período desde la década de los ochenta del siglo anterior, corresponde al período del florecimiento d nuevos tipos de complejidad del fenómeno meretricio (Marín, 2006: y Marín, 2001: 33-35). Específicamente, en Costa Rica desde la década de los ochentas del siglo XX se ha ido construyendo un imaginario nacional e internacional como destino turístico cuya ventaja competitiva se basa en el eco-turismo y en la preservación de importantes zonas de reserva biológica. Paralelo a este discurso oficial y legítimo (bello-bueno) ha ido construyéndose un subterfugio que nos presenta como un destino de turismo-sexual. Un paraíso sin restricciones ni sanciones y con tarifas accesibles para complacer a los clientes más exigentes. Este otro discurso es negado y silenciado (Cf. Marín, 2006: 125)[10].

Pero, más allá de la coyuntura del turismo sexual[11], la sociedad costarricense ha construido y negado su participación de la institución antropo-sociohistórica y patriarcal de la prostitución; que sirve a la vez como correlato de legitimación, mantenimiento y dominio de la otra institución patriarcal del matrimonio. Ambas son instituciones creadas y sostenidas por el poder masculino y el sometimiento de lo femenino. Ambas instituciones naturalizan el estado de cosas. Uno y otro objetualizan, victimizan e invisibilizan a la mujer[12].

III. El proyecto “La Sala”: historia y dinámica actual.

A inicios de este siglo XXI

“(…) como sociedad nos encontramos sumidos en un individualismo, donde todo vale. Así traspasamos la idea de que si dos o más mantienen una relación sexual tras convenir un precio ¿dónde está el problema? Si son niños solo debe deplorarse si se utiliza la fuerza” (Marín 2006:144)

Pero nos preguntamos: ¿Cuál es el juicio socio-cultural que hacemos respecto de las mujeres trabajadoras sexuales (MTS)? ¿Quién les brinda un espacio de acogimiento y reconocimiento? ¿Para qué ese espacio? En San José, Costa Rica, una de esas instancias de apoyo a las MTS es La Sala.

La Sala fue creado en 1994 como parte del Programa de Mujeres en Prostitución del Instituto Latinoamericano de Prevención y Educación en Salud (ILPES) Proyecto dirigido a mujeres adultas, que contaba con un presupuesto, que trabajaba con ellas mediante una atención integral que incluía el abordaje de su vida cotidiana (conversaciones, escucha de sus sentimientos, charlas, etc.), y la prestación de servicios profesionales en las áreas de medicina, odontología, psicología y asesoría legal (Cf. Gamboa y Wijk, 1998 :40)

En el 2000 ILPES retiró su apoyo a La Sala. Desde entonces el proyecto (ahora Asociación) ha sufrido la carencia logística, financiera y proyectiva propia de un plan generado desde agentes externos a la población meta. Además, no ha logrado la consolidación de lazos estratégicos con otros actores sociales que le den legitimidad y sostenibilidad al mismo. La Sala, sigue hoy prestando principal atención a las condiciones subjetivas, culturales, biográficas, de su grupo meta. En la actualidad se realiza un diagnóstico[13] y un plan de trabajo. Ello implica recursos (humanos, técnicos, financieros, etc.), con los que no cuentan.

Cada una de las mujeres que participan del proyecto La Sala posee su propia historia de vida (su relato) de acuerdo con la realidad que les tocó enfrentar. Historia y narración en cimientes de elaboración. Narración negada. Narración codificada según las argucias del poder de la palabra (Cf. Koselleck, 2001:165-154). Narración-historia particular que, sin embargo, asume elementos comunes y experiencias similares

“(…) y es que es difícil que en la realidad de la prostitución las vivencias sean totalmente diferentes, puesto que estamos hablando de una institución patriarcal creada e institucionalizada donde los valores de respeto hacia quienes se dedican a la comercialización sexual ni siquiera se toman en cuenta: en donde prevalece la ley del más fuerte y del que cuenta con el poder adquisitivo” (Villacorta; 2003: 14).

En el caso de las mujeres de La Sala y en conformidad con lo anteriormente mencionado podemos sistematizar sus problemas y necesidades de esta manera[14]:

Tabla 1. Principales aspectos del proyecto la Sala

Aspecto a considerar

Descripción

Nombre del Proyecto

Asociación La Sala

Breve caracterización histórica

La Sala es un proyecto de apoyo y reconocimiento, dirigido a las Mujeres Trabajadoras del Sexo ubicado en San José de Farmacia Fischel 100 mts. Norte y 150 oeste. Altos Licorera Quinta Avenida. Proyecto nacido por iniciativa del ILPES, que inició hacia 1994 y concluyó por parte de esa institución en 2000. Desde entonces el proyecto ha sufrido la carencia logística, financiera y proyectiva propia de un proyecto generado desde agentes externos a la población meta y sin lograr la consolidación de lazos estratégicos con otros actores sociales que le den legitimidad y sostenibilidad al mismo

Objetivo de La Sala

Contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo de las trabajadoras sexuales adultas y promover su organización...

Población meta

Mujeres en la calle y prostíbulos, principalmente zona roja entre 30 y 35 años. Mujeres especialmente costarricenses, nicaragüenses y dominicanas. Especialmente mujeres de zonas rurales La mayoría no tiene estudios concluidos La mayoría tiene mínimo un hijo o hija y son madres solas

Muchas vivieron y viven ciclos de violencia

Principales formas de apoyar a su grupo meta

El proyecto funciona de 10:30 a.m. a 12:30 m.d. como un espacio don de las mujeres reciben: Atención diaria a través de conversa y escucha, Cursos de belleza, defensa personal, computación e inglés. Alfabetización. Capacitación, talleres y charlas. Prevención e información VIH/SIDA Información y acompañamiento en gestiones administrativas y gubernamentales. Actividades recreativas Comidas y cafés

Recursos Financieros

Cuentan con una partida específica del IMAS con la cual pagan el alquiler del local, pago de luz, agua y teléfono.

Recursos Humanos

Coordinadora, 5 voluntarias y estudiantes del TCU

Infraestructura y equipo

En octubre del 2006 fueron víctimas de hurto y cuentan con: espacio físico, muebles, cocina, mesa, escritorio, sillas, pizarras, archivero.

Organizaciones Amigas

TCU-UCR: Atención a las mujeres en situación de vulnerabilidad: el caso de las mujeres trabajadoras sexuales

IMAS

PERSONALES

Pobreza, desempleo, educación deficiente, alcoholismo problemas de adicción, padecimientos mentales.

Distribución desigual del poder intrafamiliar y excesivas responsabilidades en el hogar

Baja autoestima, cansancio, desánimo, auto-represión

Actitudes machistas en su entorno, por parte de los extraños, clientes, de su familia, etc.

ORGANIZATIVOS

Inexperiencia en otras labores

Explotación “laboral”

Conflictos con la comunidad

Individualismo

Del PROYECTO

Financiamiento

Logístico estratégico

No hay apoyo de la comunidad

La ayuda externa al proyecto no esta articulada dentro de un plan de trabajo

INSTITUCIONALES

No hay presupuesto

Alquiler del local

Horario de atención 10:00 a.m. a 12:30 m.d.

Colectivo adormecido e inercial

Los actores externos ofrecen una ayuda poco articulada con las necesidades del proyecto a largo plazo. La actual dinámica de estas entidades se centra en: conversar con las MTS de sus problemas, tomar café con ellas, talleres, charlas, fiestas, etc.

Fuente: Elaboración propia, a partir de Wijk: 2000 y de mi experiencia en TCU: Atención a las mujeres en situación de vulnerabilidad: el caso de las mujeres trabajadoras sexuales 2006.

En resumen, se trata de un proyecto que busca crear los espacios necesarios para que las mujeres trabajadoras y ex-trabajadoras sexuales, donde encuentren un espacio de reconocimiento personal, más allá de un criterio moral, parte del principio que son seres humanos que han sido llevadas por el sistema, a vivir al margen del reconocimiento social, con cada una de las implicaciones que conlleva tal situación. Pero actualmente cuentan con escasos recursos financieros, necesidad de reformulación del proyecto, contar con un aliado estratégico (TCU), necesidad mediata de establecer metas factibles y lazos estratégicos con otros actores sensibles a la problemática.

Así, el concepto-valor MTS, se asume desde sus dimensiones económicas, culturales, sociales, subjetivas, comerciales y morales de este hecho social. Al centrarse en las cotidianidades de las mujeres que optaron o se vieron obligadas al ejercicio meretricio y que han encontrado en el proyecto La Sala un espacio de acompañamiento y reconocimiento de su revalorada altura como sujetos humanos; donde el proyecto mismo exige considerar una evaluación desde sus voluntarias y sus usuarias. En resumen:

“(…) prostitución es el espacio social, cultural y político de la sexualidad prohibida, explícita y centralmente erótica, de la sexualidad estéril, de la sexualidad no fundante de futuro” (Lagarde, 1990: 27)

Para información y/o ayuda al proyecto comunicarse con Nubia Ordóñez Ugalde, directora del proyecto. Telfax: (506) 258-6425. Apto. Postal 652-2350, San José, Costa Rica. Correo electrónico: proyecto_la_sala@hotmail.com

Notas


[1] Al revisar la producción teórica sobre el tema, se dilucidan al menos dos líneas de pensamiento principales para la reflexión: la que nos acerca a la prostitución como una de las dimensiones de la construcción cultural de la sexualidad en nuestra sociedad y, otra, la que nos permite pensar en la prostitución como una industria del sexo. La primera nos muestra a la prostitución en su carácter de producto-producente de cultura, mismo que se deriva de una concepción de la sexualidad que reduce al erotismo de un género (el femenino) a la reproducción biológica y circunscrito al ámbito de lo doméstico (privado), que es el espacio de la familia. Esta concepción también conlleva una doble moral al delimitar, en términos simbólicos, al placer y al goce como una experiencia exclusiva del género masculino y al establecer una división social de las mujeres: las mujeres para la reproducción (la madre-esposa, la buena, la decente) y las mujeres para el placer (la prostituta, la mala, la puta). La segunda considera fundamentalmente el carácter mercantil y las relaciones de poder y dominio que se generan alrededor de la prostitución, y entre los diversos agentes que participan en ella.

[2] Esto es lo que se conoce en Teoría Literaria como SUJETO CULTURAL (Cros (1997: 9) que implica: a) una instancia del discurso ocupada por un Yo [yo gramatical que nos indica una organización semiótica de la conciencia], b) la emergencia y funcionamiento de dicha subjetividad [que nos remite al ámbito de la identidad asumida como proceso: identificaciones & identidad], c) un sujeto colectivo [indica el soporte estructural de interacciones sociales donde un sujeto expresa y condensa a otros sujetos desde las mismas interacciones] y, d) un proceso de sumisión ideológica [que debe considerar las resistencias microfísicas a dichas tecnologías del yo]

[3] La identidad acontece en la pareja política liberación-dominación. Es una práctica social, no un hecho sustancial; esto quiere decir que debe ser producida. También las identificaciones negativas: negro, puta, chapulín, ladino, joven, etc.; son producidas. Toda emancipación es una producción de sentido que afecta a la totalidad social, dado que toda identidad se construye-conquista en tramas sociales que determinan los tipos humanos permisibles o necesarias para esas tramas sociales. Estas tramas pueden se liberación o de sujeción. Cf. Gallardo: 1993, 2003 y 2006

[4]“(…) La institucionalización aparece cada vez que se da una tipificación recíproca de las acciones habitualizadas por tipos de actores (…) las tipificaciones de las acciones habitualizadas que constituyen las instituciones, siempre se comparten, son accesibles a todos los integrantes de un determinado grupo social, y la institución misma tipifica tanto a los actores individuales como a las acciones individuales (…) asimismo, las instituciones implican historicidad y control.” (Berger y Luckmann, 2003:74)

[5] Como causa importante de la prostitución debemos señalar la marginalidad social, en todos sus variantes: Económica, Jurídica, Intelectual, Política, Ética y Cultural, todas estas carencias encuentran como única salida, la prostitución, que recibe un gran apoyo de la sociedad al crear y mantener una demanda sin aportar soluciones. Frente a esta realidad inexorable generalmente se tienen dos posiciones, una, la condena y persecución implacable desde el punto de vista público, y la otra, la tolerancia y aceptación al crecimiento de la demanda desde el punto de vista privado. Como consecuencias de la Prostitución se diferencian: a) Personales: aislamiento total o parcial de la familia, baja autoestima, un proyecto de vida, desconfianza autodestructiva, depresión, explotación. Enfermedades venéreas (Sífilis, VPH, Herpes genital, Blenorragia y, b) Sociales: Secuestro y/o trata, consumo y tráfico de drogas, condiciones de vida infrahumanas. (Cf. Juliano, 2004)

[6] En otras palabras, “(…) la madre anula a la mujer, transformando la maternidad en lo esencialmente femenino. Pero no se trata sólo de ser madre sino, además, de una buena madre, ya que de esta manera no se corre el riesgo de ser degradada, como la prostituta: su contrapartida erótica, la otra cara de la moneda. Para la cultura occidental entonces, las alternativas para una mujer son buena o mala madre, pero siempre cumplir la función de madre. Para cualquier mujer ser vista como prostituta significa una grave ofensa tanto como lo es para su descendencia ser llamado hijo de mala madre, equivalente a hijo de puta” (Cassino, 1990:34) Estos epítetos condensan el recurso de forzar a las mujeres a mantenerse dentro de las normas (no sólo las sexuales) y del carácter coercitivo que tiene la presencia de los estigmas (marcas socioculturales) para limitar la libertad de acción de todas las mujeres. Este determinismo (madre ó puta) asigna bases biológicas a conductas puntuales que en realidad son condicionadas social y económicamente, y que al ser internalizadas como identidad de las afectadas son productos de la dominación estigmatizante. Parafraseando a Foucault el poder es aquí eminentemente productivo de conductas e identidades.

[7] Negación que incluye el oxímoro poco explorado del cliente. Es decir, el feligrés siempre anónimo y oculto entre las sombras que compra-consume de forma casual o asidua los servicios sexuales de las hoy llamadas trabajadoras sexuales. Trabajadoras que sin embrago, no gozan de los beneficios mínimos de una condición laboral dentro de un Estado de Derecho como el costarricense

[8] El Dr. Juan José Marín Hernández, profesor de la Escuela de Historia e investigador del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC), de la Universidad de Costa Rica. Su tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia se encuentra resumida en un artículo de 1993. El artículo busca dar respuesta a una pregunta ¿Cuáles fueron, según el criterio de las autoridades y formadores de opinión, las causas que explican la presencia y crecimiento de la prostitución en San José, entre los años de 1939 y 1949. El autor brinda todo un contexto nacional y mundial en las esferas políticas y económicas de la época para intentar dar respuesta a su pregunta. Menciona una polarización política y social acompañada por procesos de proletarización y empobrecimiento. La prostitución se considera como un mal social. En detalle se analizan: el empobrecimiento de la zona en estudio y en general, del país; asimismo, se estudia la ausencia de figuras paternas; los medios pervertidores, los agentes difusores del mal, a los corruptos de menores, la naturaleza corrupta de la mujer, a la prostituta como fuente de todos los vicios y a los mercaderes del sexo (Cf. Marín, 1993: 87-108) Además de sumo interés la separata del mismo autor: Nuevas tendencias para el estudio de la marginalidad y la prostitución (Marín, 2001: 1-35)

[9] A pesar de los esfuerzos realizados en el ámbito nacional e internacional por entender el fenómeno de la prostitución, tanto femenina como masculina, la mayoría de las interpretaciones han tendido a simplificar sus causas. Se le ha asociado con características genéticas y patológicas de sus oficiantes y no con las injusticias sociales, la explotación o a la desigualdad social que obliga a muchas mujeres, niñas, niños y hombres a ejercerla como única vía para sobrevivir (Cf. Marín, 2006)

[10] Cf. Marín, 2006: 133-158 Capítulo V: “De la prostitución contemporánea al neoliberalismo: 1978-2005”. Dicho capítulo pude resumir su tesis central así: “(…) el turismo ecológico promovido por las diferentes administraciones se tradujo, en realidad, en turismo sexual, donde la juventud costarricense trataba de paliar la crisis económica o llenar fácilmente sus esperanzas de vida negadas por la sociedad” (Marín, 2006:137)

[11] La mujer se ha convertido en objeto, es sometida a la dominación y la marginalidad debido a las preferencias que le han otorgado las sociedades a las actividades realizadas por el hombre. No se piensa en la mujer como una persona con inteligencia, capaz de labrarse su futuro, más bien se ha profundizado el proceso de cosificación dentro de una de las más variantes dinámicas del consumismo; la pornografía camina de la mano con la prostitución "o mejor dicho como lo que entendemos como esclavitud sexual femenina", en donde las mujeres son objeto de violencia y explotación sexual. Además, la pornografía es vista como parte del "turismo sexual", donde se coloca la venta de pedidos postales de novios, concursos internacionales de belleza, refugios de nudistas y prostitución infantil; este sistema se ha convertido en muchos países en una fuente de divisas. Cf. Anthony, 1989: 127-133

[12] “(…) en las relaciones de poder la sexualidad no es el elemento más sordo, sino, más bien, uno de los que están dotados de la mayor instrumentalidad: utilizable para el mayor número de maniobras y capaz de servir de apoyo, de bisagra, a las más variadas estrategias” (Foucault, 1996:126) La prostitución convoca lo que no puede decirse, aquello que no puede enunciarse porque implica conflicto de valores o contradicciones en las prácticas. Se trata de aquello que de decirse nos revelaría como lo que no queremos ser. Más aún, en su ausencia en el discurso, o su negación explícita es lo que señala su presencia. Las prostitutas representan en el imaginario social la suciedad, el vicio, la degradación, la basura simbólica, etc.

[13] Se trata de una práctica dirigida para obtener el grado en licenciatura en sociología que realiza el autor de este artículo. El título de dicha práctica es “Diagnóstico Participativo con enfoque de género para la reestructuración de la Asociación La Sala 2007-2008”. Ésta, surge de la solicitud hecha por la Asociación La Sala que brinda apoyo a mujeres trabajadoras del sexo en San José. Con el apoyo del TCU-UCR: Atención a las mujeres en situación de vulnerabilidad: el caso de las mujeres trabajadoras sexuales. Código: TC-447. Coordinador(a): Dra. Jacqueline García Fallas. Beneficios: El propósito de este TCU es dar a las mujeres y a las mujeres trabajadoras sexuales un espacio de reconocimiento personal para mejorar su calidad de vida. Se busca crear una forma más humana de ver el trabajo sexual. Los equipos de trabajo elaborarán una página Web para la Asociación de Amigos y Amigas de las Damas Egipciacas, y diseñarán y publicarán material informativo. Realizarán una propuesta para la línea de acción de educación y un diagnóstico de las necesidades de las participantes. Los estudiantes participantes elaborarán una bitácora del proyecto y un informe final de su experiencia; además de asistir a reuniones periódicas con el profesor encargado. Población beneficiaria: Mujeres trabajadoras y extrabajadoras sexuales de la Zona Roja de San José y de Puerto Limón. Ubicación: San José (Carmen), Limón (Limón). Disciplinas participantes: Antropología, Artes Dramáticas, Dirección de Empresas, Enseñanza de la Filosofía, Filosofía, Historia, Medicina, Nutrición, Sociología, Trabajo Social. Cf. http://www.vas.ucr.ac.cr/tcu/proyectos/447.html

[14] Algunos de los problemas más importantes que viven las mujeres trabajadoras sexuales están relacionados con los siguientes aspectos: (a) la discriminación por el tipo de actividad laboral que realizan; (b) la falta de sensibilización de los clientes a cerca del uso del condón y la violencia que ejercen contra ellas; (c) poco acceso a servicios de apoyo y atención: es decir al no estar en el campo del trabajo formal no son sujetas de crédito ni de programas. De acción social; (d) frecuentemente son víctimas de abuso policial; (e) algunas mujeres tienen problemas de adición al alcoholismo y otro tipo de drogas; (d) la rivalidad entre las trabajadoras sexuales; (f) la falta de educación y capacitación que les permita el acceso a otro tipo de trabajo o ingresos complementarios; (g) la ausencia de reconocimiento de sus derechos laborales, y (i) la mala administración del dinero Notas personales del curso de inducción al TCU-447 en mayo 2006

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Cliente X dijo...
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El desarrollo. Celso Furtado

"El desarrollo no es sólo un proceso de acumulación y aumento de la productividad macroeconómica, sino principalmente el camino de acceso a formas sociales más aptas para estimular la creatividad humana y responder a las aspiraciones de la colectividad." Celso Furtado